La noche de la Paz

Hay noches que invitan al desvelo.
Sí, al desvelo, simplemente, sin necesidad de nada más, noches que, como esta, parecen no tener nada de especial, más bien todo lo contrario, es época de exámenes y no hay ningún plan divertido a la vista, sin embargo, esta es una de esas noches.
Innumerables pensamientos pasan en tropel por mi mente, intentando cobrar forma de algún modo, se agolpan y salen disparados en diferentes direcciones hasta que, al fin, parecen disiparse, y ni rastro de ellos.

Pasan 37 minutos de las doce de la noche. Ya acabó el ‘día de la Paz’. Si este fuera uno de esos chistes macabros de Gila, alguien descolgaría un teléfono y diría: “¿es el enemigo?... sí, que ya pueden reactivar la guerra… ajá… que el día de la paz ya se ha acabado… si viera lo bonito que es el dibujo que ha tenido que hacer mi niña para el cole… después soltaron unas palomas, tenían que ser blancas, pero al parecer el niño encargado de llevarlas se confundió y las trajo tordas…”
Así es, en numerosos colegios de España hoy se ha celebrado este día, alumnos y profesores habrán leído manifiestos en contra de la violencia, al final habrá sonado el himno de la alegría y todos habrán sido felices por estar unas horas fuera de clase y siendo los protagonistas de actos, representaciones y demás. Claro que, esto habrá sido en aquellas escuelas donde hoy ha habido clases, ya que otras trasladaron la festividad de Santo Tomás de Aquino -patrón de los estudiantes- y, ¡vaya!, no habrán podido festejar el día de la paz, el año que viene será, quizá.
Puede que algún niño haya dedicado unas palabras a sus homólogos árabes o israelíes, quienes probablemente ni siquiera sepan de la existencia de este día, al igual que ese chico desconoce íntegramente de qué está hablando, dónde está la Franja de Gaza o qué es eso de Hamás, más allá de unas imágenes de niños mutilados y soldados de edad indefinida armados hasta los dientes, que hayan podido ver en el telediario mientras discutían con sus padres porque preferían ver los dibus de algún canal especializado. Quizá otro crío, una niña, en esta ocasión, haya hablado de la ‘violencia de género’, habrá pronunciado palabras como ‘violencia machista’, ‘doméstica’… tantos sinónimos y eufemismos de los que en este día se habrá hecho uso a tutiplén porque, sin duda, la ocasión lo merecía.

Pero, se me ocurre que, en otras escuelas, tampoco habrán celebrado hoy ningún particular, -y no por festejar el día de Sto. Tomás, precisamente- no habrán leído aquellas palabras de Gandhi (-No hay camino para la Paz…), ni habrá sonado ningún “Escucha hermano…” con el telón de un triunfal Beethoven de fondo. Sin duda hoy todos nos hemos querido un poco más, ¿no es así? Y por un momento, mientras todas esas aves que se convirtieron en emblema de tal evento alborotaban sus alas al salir liberadas de alguna jaula o caja de cartón, habremos pensado lo bonito de la estampa, habremos creído que la paz es posible e incluso habremos sentido, por unos segundos, que vivimos en paz.
Fuera de las escuelas también habrá habido declaraciones de importantes personalidades que, vistiéndose de humildad, habrán querido sacar brillo a ese lado tan humano y se habrán llenado la boca de esperanzas y de buenos deseos… Podría hablar de discursos políticos y desviar el tema con algún dato de cómo se enriquecen los países productores y exportadores de armas (entre los que se encuentra España), pero creo que ya hablé antes de chistes macabros y esta noche no me quiero repetir.