ETA de nuevo, no me lo creo

Una vez más asistimos incrédulos a un nuevo anuncio de tregua de ETA, esta vez "permanente, general y verificable", según los portavoces del grupo terrorista.

La trayectoria de la banda, su política de terror y su pretensión de dar la vuelta a la tortilla han llevado a una tergiversación del lenguaje de la que día a día somos párticipes voluntaria o involuntariamente. Así, la palabra "tregua" carece ya de su significado inicial y, lejos de producirnos una sensación de tranquilidad y esperanza (por el supuesto próximo fin de la violencia), nos inquieta y crea múltiples debates sobre la intención real que ETA esconde tras el vocablo estratégicamente usado.

Cada, mal-llamada, tregua de ETA no ha llevado más que a un nuevo capítulo de violencia y mucho me temo que esta vez no será muy diferente.
La Banda terrorista ha aprovechado esos procesos de supuesto "dialogo" en el que ellos exigen y sus interlocutores tienen la opción de aceptar o aceptar, con la sombra de un nuevo atentado planeando sobre el fracaso parlamentario, para rearmarse, acercarse a lo que consideran "su enemigo" y hacerse fuertes en estrategias, logística y armamento.


El atentado perpetrado en la T4 de Barajas, que se produjo tras 9 meses de un suspuesto "alto el fuego" en el que Gobierno y terroristas estarían negociando un manido proceso de paz sin fruto alguno, se cobró la vida de dos personas y vino a demostrar, nuevamente, que ETA sólo entiende de llegar a su fin por cualquier medio, sin importar las vidas que ello cueste pero, eso sí, convirtiendo en mártires a asesinos encarcelados o muertos en sus propios atentados, calificando de "asesinos" a quienes no piensan como ellos y justificando todos sus actos de terror con mensajes que llaman a la democracia y la libertad.

El último comunicado de la banda tiene mucho de imposiciones y poco de esperanzador.
Mientras los pistoleros no dejen de matar por la espalda, poner explosivos programados, amenazar, extorsionar y demás barbarie, el Gobierno de España debe estar alerta y no ceder ni un ápice en ningún terreno, mucho menos en el político.
Lo siento, pero no me lo creo.

Ley Antitabaco: sí, pero no

La ley antitabaco ha venido a sembrar más polémica y a avivar tensiones en una sociedad ya de por sí crispada por la situación de crisis y desesperación que está atravesando gran parte de la ciudadanía española.
 A pesar de ser una de las "beneficiadas" (si me puedo considerar así) por esta ley y de que llevaba años esperando que una normativa del estilo de las existentes en otros países se implantara en España, esta iniciativa, como muchas otras del Ejecutivo de Zapatero, llega mal y a destiempo.

Mal de momento porque ha supuesto, de facto, cuantiosas pérdidas de capital para aquellos que invirtieron, con la anterior normativa, para habilitar sus locales con espacios separados para fumadores y no fumadores. Mal también por el modo sancionador en el que cada uno puede convertirse en denunciante, siempre creí que había unas fuerzas del orden dedicadas a asegurar el cumplimiento de nuestros derechos y obligaciones.
Y a destiempo porque se ha realizado de manera atropellada y en un momento en el que el cotexto social y económico no hace que los ciudadanos centren su atención en el olor a tabaco, precisamente, sino en cómo llegar a fin de mes sin quedarnos sin cinturón al que hacer agujeros para ajustarlo cada día un poco más.

Es cierto que el hecho de estar en crisis no justifica que el Gobierno se desentienda del resto de sus responsabilidades, como puede ser el asunto de la salud pública, no obstante, el modo de proceder con la ejecución de la ley no deja de provocarme cierto tufillo a cortina de humo.
Ese que tanto molesta en los bares pero que tan bien viene para desviar la atención de los españolitos de a pie y que dejemos de hablar un poco de lo achuchada que está la cosa y discutamos sobre quién se ha visto más perjudicado, si el fumador pasivo que, como una servidora, ha tenido que tragar con el humo y los desagradables olores durante todos estos años atrás, o el fumador activo para el que reproducir su ritual casi se ha convertido, de la noche a la mañana, en una gincana en la que tiene que esquivar aledaños de parques infantiles, hospitales y otros obstáculos, bien armados con guantes y bufandas; además de soportar alguna que otra mirada que podría haber sido sacada de un capítulo de la inquisición. Y aún están por ver las pérdidas que esto pueda acarrear para los hosteleros.

Para los que, conociéndome, esteis leyendo estas letras, no os asusteis, sigo estando muy contenta con eso de no tener que aspirar malos humos en los espacios cerrados, de que mi ropa y mi pelo sigan oliendo a limpio después de estar en un pub, pero creo que las cosas se podrían haber hecho de otro modo y, como repite mi madre muy a menudo: "las cosas, o se hacen bien, o no se hacen".

Por tanto, ley antitabaco sí, pero no de esta manera.
Una buena medida habría sido dejar a los dueños de locales que habilitaron espacios bien diferenciados y acondicionados para fumadores, tener el merecido privilegio de continuar con ambos espacios, así como dar la posibilidad de habilitar salas aisladas para fumadores en el resto de locales.

De lo llamativo que me resulta que, por un lado se prohiba fumar en espacios cerrados, zonas de juegos para niños, etc. aludiendo al tema de la salud pública y que, por otro, se haya vuelto a permitir la venta de tabaco en establecimientos donde se prohibió con la anterior normativa, hablaremos otro día para no alimentar más hoy esta cortina de malos humos.