Una vez más, la Revolución

Aún no sabemos el rumbo que tomarán los países árabes tras las revoluciones -o quizá sería más prudente llamarlo de momento 'revueltas'- que se están produciendo en sus principales calles y plazas, ni si quiera si el cambio será positivo o la situación irá a peor pero, una cosa sí es segura, y es que el inicio de esta década marcará un antes y un después en la historia, no sólo del mundo árabe, sino del Mundo en general.
Dicen que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla y, no sé si será porque esa no fue su historia o porque la historia, agraciada o no, ha de repetirse una y otra vez, en escenarios diferentes, con actores distintos y contextos cambiantes pero el mismo fondo y fin: conseguir la libertad de los oprimidos y el derecho a no pasar hambre.
Y es que, el capítulo de la historia que estamos viviendo se me antoja parecido a lo que aconteció con la caída de las monarquías absolutistas, allá por el siglo XVIII: la revolución francesa inició una pauta que poco a poco seguirían otros países de Europa Occidental.
O a otro hecho más reciente: la progresiva democratización de los países de la Europa del Este, pertenecientes al antiguo bloque soviético.
Sea como sea, los libros de historia están repletos de estrategias seguidas, a veces con éxito y otras tantas fallidas, de maniobras, sistemas de alianzas, ese "cuando las barbas del vecino veas cortar..." Sin embargo, por mucho que estudiemos en libros de texto, cambiar el devenir de un país, un conjunto de ellos o de la humanidad, basándonos en experiencias ya pasadas es una tarea, cuando menos, complicada.
Cada pueblo debe construir su propia historia y así ha sido siempre, sin que la experiencia de su más cercano vecino sirva como ejemplo aplicable raja tabla, lo que no significa que no se deban tener en cuenta los errores pasados.
A la vista queda, con las recientes manifestaciones, el diferente curso que están tomando los países implicados, aunque en todos hay un factor común: el poder se está haciendo consciente de que el pueblo tiene voz.
Se está gestando un cambio que no depende sólo de manifestantes y opresores.
El cambio compete a nivel global ya que, en el actual panorama político-económico, cualquier movimiento en un punto del planeta desencadena un efecto mariposa que atañe a lo más insospechado.
La comunidad internacional tiene el deber histórico, moral y político, si me apuras, de tomar parte activa en la contribución a que la transición de estos países hacia la democracia sea un aterrizaje suave o lo menos turbulento posible, al igual que debe posicionarse fírmemente ante las revueltas que continúan activas.
Entiéndase este papel activo como un actor observador que vele por el respeto de los derechos humanos y contra cualquier tipo de violencia y represión, y nunca con afán intervencionista para sacar tajada de tan conflictiva situación.
Pero, ¡ah!, se me olvidaba, con el oro negro hemos topado.

0 comentarios:

Publicar un comentario