Revolución en los países árabes

El suceso ocurrido en Túnez entre diciembre de 2010 y enero de 2011 bien podría ser el símbolo premonitorio de todo lo que estaba por llegar.
El 17 de diciembre, Mohamed Bouazizi, un vendedor de frutas de 26 años, harto de sufrir humillaciones por parte de la autoridad, decide inmolarse ante dos policías. El joven murió el 4 de enero. Lo que quizá no sospechó es que aquel bidón de gasolina prendería algo más que su cuerpo hastiado de hambre y falta de derechos, prendería la mecha de un polvorín que, al igual que él, estallaría ante las autoridades de diversos países sometidos por poderes totalitarios y la pobreza.
Diez días después, el hasta entonces presidente de Túnez, Ben Alí, escapaba hacia Arabia Saudí debido a las protestas protagonizadas por los jóvenes del país.
El primer eco de esta revuelta llega a Egipto, donde una multitud organizada gracias a las nuevas tecnologías decide no abandonar la plaza de Tahrir (Liberación), hasta que el presidente Mubarak no deje el gobierno, hecho que se produce el 11 de febrero, cuando el Mariscal Tantaui asume el poder y el ejército promete que celebrará un referéndum en dos meses.
En Yemen, Alí Abadalá Saleh, que lleva 23 años al frente del país, anuncia que no volverá a presentarse para ser elegido presidente y que tampoco cederá el cargo a su hijo, respondiendo así a un clamor popular que pide, entre otras premisas, que no concurra nuevamente a las elecciones.
Diferencia de clases
Los jóvenes jordanos, por su parte, exigen la destitución del primer ministro, así como reformas políticas y económicas para ganar en derechos y libertades y reducir las enormes diferencias entre las clases urbana y rural. El ejecutivo jordano anuncia que bajará el precio de los productos básicos y aumentará los salarios, aunque los manifestantes no lo consideran suficiente.
En Bahréin, dividido entre una minoría suní que ostenta el poder, y la mayoría chií, que se siente menospreciada, estalla también una oleada de violencia entre manifestantes y quienes intentan reprimirlos.
Discurso de terror
Gadafi, actual gobernador de Libia, centra ahora el foco de todas las miradas por su discurso de terror contra todo aquel que intente llevar las protestas al país libio: “Yo soy la gloria y si tuviera un rango os habría dimitido en la cara, pero no tengo ningún cargo sino mi fusil” o “limpiaré Libia casa por casa si los manifestantes no se rinden”, son algunas oraciones extraídas de su última intervención en público.
En Marruecos y Siria, por el momento, las protestas no se están haciendo tan palpables como en sus países vecinos. El régimen alauí ha duplicado el presupuesto para subvencionar productos de primera necesidad, aunque niega que esta decisión tenga que ver con los recientes acontecimientos.
En Irán, el detonante es el fraude electoral, las protestas se iniciaron un año antes que en Túnez, con la diferencia, y desventaja, de que en este caso el ejército ni apoya, ni entiende los motivos de los manifestantes, como sí ha ocurrido en Túnez y Egipto.

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